El propio presidente del Comité Olímpico Español (COE), Alejandro Blanco, ha apuntado en alguna ocasión que el principal obstáculo de la candidatura Barcelona-Pirineos para acoger los Juegos Olímpicos (JJOO) de invierno de 2030 son los nacionalismos locales. El comité internacional (COI) ni siquiera analizará en serio una propuesta que no lleve implícita la paz territorial que implica organizar unas olimpiadas, cuestión que se consiguió sortear en la capital catalana para la edición de 1992 y que ha supuesto un reto mayúsculo desde que se empezó a apostar en serio por esta iniciativa deportiva.
El presidente aragonés ha conseguido ahora superar todas las tensiones que ejerció sobre el proyecto el Ejecutivo catalán, un gobierno independentista con los dos socios (ERC y JxCat) en liza continua y con unos republicanos intentando no molestar demasiado al territorio con la vista puesta en 2023. Lambán ha ido más allá en su anuncio de que analizará si el reparto de pruebas es equitativo para dar su apoyo a la propuesta técnica del COE. Quizá ha llegado el momento de superar de verdad estos complejos o de decir de forma clara que no se quieren unos Juegos.