BBVA no tiene culpa de ser objeto de smishing, una modalidad de estafa mediante la cual, como el phishing, las víctimas reciben un SMS que les engaña para que crean que alguien ha retirado dinero de su cuenta para llevarlos a una web fraudulenta que sirve para conseguir sus datos.
Este fraude ha afectado, entre otros, a usuarios españoles del BBVA. Si bien el banco también es parte perjudicada, pues ha visto suplantada su identidad como sociedad, debería cuidar más a sus clientes. Algunos de ellos se han quejado por las trabas puestas a la hora de reclamar y la falta de diligencia de los que les han atendido. Explican que han delegado su responsabilidad en el afectado por haberse dejado engañar por los estafadores. Esto nunca debería ser la práctica habitual de uno de los grandes grupos financieros del país. Defender los intereses de sus clientes debe ser su principal prioridad.