Que sí, que el uso de la lengua como arma arrojadiza que hacen los independentistas es indignante. Y es normal que Pablo Casado se tome este tema muy en serio. Pero lo que no debería hacer el presidente del PP es hacer discursos que crispan, que elevan el tono, que entran en las provocaciones de los radicales.

Con sus declaraciones apocalípticas --los niños castellanohablantes no pueden hacer pipí y les meten piedras en la mochila--, el popular carga de munición a los secesionistas y abunda en una imagen de alumno aventajado de Vox.