La reactivación del turismo ha dado una alegría al sector hostelero y también, dicho sea de paso, a la Generalitat, cuya directora general de Turismo, Marta Domènech, celebró recientemente que Lleida y los Pirineos hayan registrado las ocupaciones más altas. Sin embargo, estas zonas se han quedado sin alojamientos dignos para los propios trabajadores de la restauración y el resto de negocios del ramo, sin los que esta actividad no sería posible.
Aunque este problema se ha agravado en los últimos años por la proliferación de los alquileres turísticos, no es un fenómeno nuevo: la escasez ocupacional en estas áreas tiene sus orígenes en los años 90, sin que aún haya sido resuelta. Aunque Domènech lleva solo seis meses en el cargo, debe remangarse y ponerse a trabajar de la mano del resto de instituciones y del sector privado local. La precariedad laboral es una línea roja y, desde luego, no puede ser el pilar sobre el que se construya el modelo turístico catalán.