El urbanismo táctico demuestra con el paso del tiempo que no es solo una iniciativa improvisada en plena pandemia, sino que sus beneficios son muy limitados por si solos. Las dificultades de movilidad que ha propiciado incluso impactan en la recuperación, ya que dificultan la actividad y el transporte público no es siempre una alternativa. De hecho, esta red requiere de inversiones urgentes porque ya está al borde del colapso.
Con todo, no parece que eso importe a la clase política. Menos, a los impulsores de este urbanismo táctico como es el caso de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.