Adiós al flamenco
Me trago el videoclip de La fama, la nueva canción de Rosalía a medias con The Weeknd (si eres rapero, hasta puedes escribir mal tu propio seudónimo), y se confirman mis temores de que la cantante de Sant Esteve Sesrovires se está convirtiendo (o la están convirtiendo, con su permiso) en una diva latina a lo Jennifer López. Nada parece quedar ya de la Rosalía flamenca de su primer disco con el ubicuo Refree. Hasta la Rosalía de El mal querer se va difuminando canción a canción, videoclip a videoclip (lo mejor del de La fama es la aparición como maestro de ceremonias de un cabaret infernal del gran Danny Trejo, ese pandillero del este de Los Ángeles convertido en actor y redimido por el cine). Me esperaré a la aparición de su tercer álbum, prevista para el año que viene, antes de llegar a mi veredicto personal, pero, de momento, aprecio en Rosalía una mutación que no me acaba de convencer (aunque no soy nadie para decirle por donde debe avanzar, y es evidente que el camino elegido funciona de maravilla a nivel lucrativo y de popularidad).
Miami siempre ha sido un agujero negro para los músicos españoles. Allí se volvió definitivamente loco el pobre Camilo Sesto, como pudimos apreciar años ha con las entrevistas que le hacía Javier Cárdenas y con aquella exposición que mostraba sus cuadros (que eran, ¡todos!, retratos de búhos hechos con chinchetas). Cuando algún músico nacional desaparece, suele reaparecer en Miami y ya no es el que era. Por el motivo que sea, Rosalía ha optado por alejarse del flamenco de sus inicios y acercarse al reguetón, la bachata y otros ritmos latinos, por lo que lleva camino de convertirse en la versión femenina contemporánea del difunto Xavier Cugat, otro gran impostor con mucho talento (¿no es insólito que un tío de Gerona triunfe en los Estados Unidos con la rumba y el cha cha cha?). Rosalía sigue cantando de maravilla, pero uno echa de menos más cosas como la versión de Me quedo contigo, de los Chunguitos, y menos como La fama, tema tan resultón como previsible cuyo videoclip resulta, por cierto, un pelín ridículo (por no hablar de la conclusión, cuando Rosalía apuñala a The Weeknd en una muestra de empoderamiento que si llega a darse al revés habría propiciado acusaciones de machismo a cascoporro).
Evidentemente, lo que yo opine o deje de opinar de Rosalía no tiene ninguna importancia. Pero creo que no soy el único en lamentar su deriva populachero-latina de los últimos tiempos, por rentable que sea. Too much, too soon, así se titulaba el segundo disco de los New York Dolls. Yo diría que a esta chica le ha pasado algo parecido: demasiado y demasiado pronto.