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Que los botellones se hayan reducido un 60% en Barcelona desde la reapertura del ocio nocturno es un hecho que hay que celebrar. No obstante, si se tienen en cuenta las molestias que estas reuniones de gente en la vía pública suponen para los vecinos y que los datos epidemiológicos del Covid-19 hace meses que mantienen una incidencia bastante baja desde el fin de la quinta ola, la Consejería de Salud podría haber permitido a las discotecas y recuperar la normalidad mucho antes para poner fin al problema.