Bien por Pere Aragonès, quien ha demostrado firmeza ante sus socios Junts per Catalunya, que pretendían endosarle en la mesa de diálogo a dos indultados. Posiblemente sea el primer gesto de autoridad del presidente catalán. Pero los envistes de los neoconvergentes van a continuar, por lo que debería plantearse el republicano si su mandato tiene sentido, si puede garantizar la estabilidad exigible en tiempos de postpandemia y si no ha llegado la hora de romper con los neoconvergentes.