Tras meses de arduo trabajo, la fusión entre Unicaja y Liberbank está a punto de culminar y dar como resultado la quinta entidad financiera de España, con activos por valor de 110.000 millones de euros. Una operación para ganar tamaño y afrontar los complicados retos para el sector, como son su supervivencia en un escenario continuado de tipos en negativo, el proceso de creciente digitalización y la competencia que llega con fuerza desde el sector tecnológico.
Maniobras de este tipo son fundamentales para el futuro del sector, del empleo y del sistema financiero, tal y como ha indicado en repetidas ocasiones el Banco Central Europeo (BCE). El primer objetivo del nuevo Unicaja será elevar la rentabilidad y situarla al menos por encima del coste de capital. Es un primer paso, quizá no suficiente, pero sí necesario para asegurar la viabilidad del negocio y una mínima posibilidad de competir.