Que la Generalitat empiece a vacunar a los familiares directos del personal sanitario de los hospitales es una buena noticia. El problema actual del Covid no es el de un colapso del sistema por falta de camas o de unidades de UCI, como al inicio de la pandemia, sino el estrés de mano de obra por persistir los recortes. Faltan manos y la Consejería de Salud no se puede permitir el grueso de bajas laborales por contacto directo con infectados, por lo que apremiar a la inmunización, especialmente de los hijos de los sanitarios, evita esta tensión mayor.
Es lamentable que se haya llegado a este extremo por la carencia de personal que se arrastra desde 2010 en Cataluña. Como lo es que la consejería deje de lado al personal de la sanidad privada y concertada. ¿Acaso no atienden ellos también a enfermos de Covid?