El abad de Montserrat, Josep Maria Soler, ha apartado de sus funciones al monje G.S.V. tras recibir la notificación de los Mossos d’Esquadra de que abusó sexualmente de un menor de 17 años en el monasterio, tal y como reconoce en un comunicado público. Los hechos se remontan a hace dos años, la comunidad religiosa ha anunciado una investigación interna “inmediata” para fijar responsabilidades canónicas y eclesiásticas a su compañero y ha mostrado su “colaboración total y absoluta” con la policía y la justicia para lo que requieran.
El problema es que, de nuevo, han fallado todos los protocolos internos para evitar los abusos. Más, cuando este caso ocurre en una comunidad donde la formación de los niños es uno de sus motores. La Abadía de Montserrat debe hacer una profunda reflexión y tomar cartas en el asunto para evitar que esto vuelva a ocurrir. La contundencia en actuar cuando se descubre un caso no es la solución ideal.