La presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, ha sacado pecho de los cortes de la Meridiana que su entidad promueve todos los días desde que se conoció la condena del 1-O. Es más, ha alardeado de haber desobedecido a la Junta Electoral antes del 14F. La activista independentista debería enterarse de que todos los derechos --también el de libertad de expresión y el de manifestación-- tienen límites. Cortar el tráfico de una de las principales arterias de Barcelona todos los días durante meses no es un derecho.
De todas formas, esta situación surrealista no es solo responsabilidad de Paluzie. Las autoridades deberían actuar --en realidad, deberían haberlo hecho hace mucho tiempo-- para hacer compatible el derecho de manifestación de los independentistas con el de libre circulación del resto de los ciudadanos, e impedir las alteraciones del orden público que los simpatizantes de la ANC provocan con este boicot sistemático.