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La memoria presentada por Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC) sobre su lanzadera al aeropuerto de El Prat recuerda un poco el cuento de la lechera. Euforia en los cálculos de los ingresos, basados en un aumento progresivo de los pasajeros de la plataforma aeroportuaria. Sin embargo, sorprende que sea ahora, después de que la entidad presidida por Ricard Font haya autorizado la compra de trenes, cuando se anuncia el encargo de un estudio detallado de la demanda, la operación y sus costes. ¿No se debería haber realizado antes de embarcarse en ese proyecto?