El empresariado del país llora la pérdida de Mariano Puig, uno de los principales artífices de que la perfumera que lleva su apellido sea en estos momentos una firma internacional de reconocido prestigio y que avanza viento en popa hacia la meta de los 3.000 millones de euros de facturación. En la misma línea se reconoce su trabajo en el Instituto de la Empresa Familiar (IEF), como el verdadero dinamizador de una organización que en los últimos años es más discreta. Es un legado que se debe reconocer.