El más facha de Europa
El presidente húngaro, Viktor Orbán, lleva tiempo apuntando maneras de gran líder facha europeo e incordiando todo lo que puede en la Unión Europea, confirmando esa vieja teoría política de que los últimos en apuntarse a una iniciativa razonable son los primeros en ponerse a torpedearla. Ahora anuncia ya sin ambages su intención de convertirse en el líder natural de la extrema derecha europea, y para ello cuenta con la colaboración del primer ministro polaco, Mateusz Moraviecki, y del líder de la Liga italiana (y energúmeno de campanillas), Matteo Salvini. Orban cuenta con 13 eurodiputados. El meapilas polaco -su partido, no se rían, se llama PiS-, con 25, pero domina el grupo ECR de conservadores y reformistas que creó en su día con los tories británicos y en el que se inserta nuestro Santiago Abascal y su fabuloso partido liberal VOX. Salvini pone 27 diputados. O sea, que la alianza carca alcanza un número considerable de representantes y es de temer que todos se pongan de acuerdo para dar la chapa con los temas que les preocupan, que, según ha dicho Orbán, consisten en promover la resurrección de unos valores conservadores que han sido ignominiosamente abandonados por el grueso de la Unión (y no me refiero a Boris Johnson, cuyo país ya no forma parte de ella).
Orbán, Morawiecki y Salvini se reunieron el pasado jueves en Budapest para sentar las bases de su contubernio, cuyo objetivo consiste, según el italiano, en “que el pueblo europeo salga de uno de sus períodos más oscuros y situar en el centro la esperanza, la familia, el trabajo, los derechos y las libertades”. No se dijo nada de la urgente necesidad de fusilar a George Soros, pero supongo que se debe a que se da por supuesta, como la eliminación de homosexuales, feministas, rojos en general y demás ralea. Afortunadamente para quienes le deseamos lo peor al señor Orbán y a sus amiguetes, no todo es armonía en la extrema derecha europea: a los del PiS (les he dicho que no se rían) les preocupa la buena relación de Orbán y Salvini con Putin; los de Marine Le Pen se hacen los estirados y, aunque están en el mismo grupo que la Liga, guardan las distancias con el resto de formaciones de extrema derecha; Vox, por su parte, le está empezando a poner los cuernos a Salvini con los Hermanos de Italia, cuyo nombre también suena a rayos, pero no hay tantas noticias de sus (sin duda reprobables) actividades.
Todo esto sucede después de que Viktor Orban fuese amablemente invitado a abandonar el PPE, donde se encuentra la derecha civilizada europea. Ahora al hombre le ha dado por ser califa en el lugar del califa y va a porfiar en serio para conseguirlo. Si yo fuese Pablo Casado, vigilaría de cerca a IDA, no se le vaya a ocurrir a ésta apuntar la federación madrileña del PP al engendro del señor Orbán. No sé ustedes, pero yo la veo muy capaz.