El sociata provocador
A Salvador Illa se le ocurrió incluir en su alocución unos párrafos en castellano y se le echaron encima los guardianes de las esencias, representados para la ocasión por la diputada lazi Aurora Madaula, a quien, según propia confesión, le da un jamacuco cada vez que oye la lengua de Cervantes en el parlamentillo regional. Lo de Illa, se entiende, es una provocación, ganas de molestar. No se contempla la posibilidad de que se trate de una actitud bastante lógica en una comunidad en la que el castellano es el idioma más hablado, por encima de la lengua supuestamente propia: si Illa se expresa en español es porque lleva alguna de canto y todo forma parte de un plan socialista para jorobar a la Cataluña catalana y extender la alarma social.
En cualquier caso, la opinión de la señora Madaula es lógica y natural entre los suyos, cuya relación con la realidad es cuanto menos oblicua. Más grave me parece el artículo de ayer en El País de Josep Ramoneda, quien, tras una larga etapa de sociata recalcitrante, lleva un tiempo instalado en un lucrativo separatismo constitucional (lo que defendía Nuet hace unos días ante el tribunal que lo juzgaba) que le permite escribir en el diario madrileño que nos trajo la democracia y en el Ara, sin que se le exija en ninguno de ambos periódicos que se defina de una vez (qué listo es Ramoneda y qué hábil a la hora de conseguir una tolerancia generalizada que nadie más disfruta). Según el fundador del CCCB, lo de Illa hablando castellano muestra, además de cierta provocación (aquí se apunta a la teoría Madaula), un supuesto intento de seguir la senda marcada por Ciutadans (Ramoneda compra la tesis lazi de que ese partido solo nació para ir en contra de la lengua catalana), utilizando el castellano como arma de confrontación. A nuestro hombre tampoco se le pasa por la cabeza lo más obvio, que el castellano se habla masivamente en Cataluña y que utilizarlo con naturalidad es tan solo una muestra de normalidad y puede que un intento legítimo por parte de Illa de tratar de involucrar en su discurso a la mayor cantidad posible de votantes.
Yo no creo que hablar castellano en Cataluña sea una maniobra perversa llamada a generar caos, confusión y humillación para los catalanoparlantes, de la misma manera que nunca he creído que la gente hable catalán para jorobar a sus semejantes y que, en cuanto llegan a casa y nadie los oye, todos se pasan al castellano. Pero ciertas paranoias gozan de muy buena salud en la Cataluña actual y hasta son tomadas en serio por un elevado número de sus habitantes. A veces, dichas paranoias son monetizadas por ciertos amigos de la Cataluña catalana que han venido aquí a poner el cazo: pienso en la inefable Bea Talegón, afeándole la conducta a Carlos Carrizosa por expresarse en español en un programa de TV3 de alto nivel de intoxicación lazi (lo cual motivó que el de Ciudadanos le dijera que él hablaba en lo que le daba la gana, pero Bea ya había hecho méritos suficientes para volver a ser invitada al FAQS unas cuantas veces más, con sus respectivos monises en cada ocasión, claro).
Gestos como el de Illa contribuyen a suavizar ese síndrome de Estocolmo que tantos años lleva haciendo sentir sus funestos efectos en el PSC. Yo de él perseveraría en esa actitud. Si se enfada Madaula es que va bien encaminado. Y si le riñe Ramoneda, es que va muy bien encaminado.