Tema del traidor y del héroe
Siempre he envidiado a la gente que no duda. A los creyentes, por ejemplo. O a los ateos, que vienen a ser lo mismo. El caso Assange me sitúa una vez más en el agnosticismo. Hay quien le considera un traidor que merece el paredón. Hay quien cree que es un paladín de la libertad de expresión al que the powers that be le están amargando la vida. Los primeros anhelan que Gran Bretaña lo extradite a Estados Unidos para que le den lo suyo. Los segundos se alegran de que esa extradición acabe de ser rechazada, pero lamentan que su ídolo siga en el trullo. Yo no sé qué opinar.
Aparentemente, Julian Assange es ese campeón de la libre información que muchos creen que es. Pero no puedo olvidar que los temas que divulgó alegremente pusieron en peligro a mucha gente. Ni que la manera de hacerlo pasara por utilizar a un soldado, Bradley (ahora Chelsea) Manning, que no sabía donde le daba el aire y que, por no saber, no sabía ni si era un hombre o era una mujer. Por otra parte, lo que han desvelado algunos de los más cercanos colaboradores de Assange pinta el retrato de un megalómano que solo piensa en sí mismo, que trata a patadas a quienes lo rodean y que exhibe unos preocupantes rasgos mesiánicos. También hay quien habla de él maravillas, desde luego, pero tampoco hay bofetadas para ver quién le quiere más. ¿Un traidor o un héroe? Ni idea.
Lo que sí parece evidente es que se está zumbando. Y no es de extrañar. Primero, siete años encerrado en un pisurrio londinense, sede del consulado ecuatoriano, de donde lo sacaron cual bestia enjaulada, como si fuese Charles Manson o el Destripador de Yorkshire. Luego, resurrección nórdica de unas acusaciones de violación que no se aguantaban por ningún sitio. Ahora, la cárcel en Inglaterra. Que en tales circunstancias haya sido capaz de enamorarse y de tener dos hijos revela una fuerza de voluntad y una capacidad de resistencia admirables. ¿Podría llegar a suicidarse si es entregado a la justicia de los Estados Unidos? No lo veo muy claro en él --en otros sujetos con mayor tendencia a la melancolía resultaría más verosímil--, pero esa posibilidad ha servido para que la jueza del Old Bailey deniegue la extradición. Y mientras hay vida hay esperanza. Un hombre sin esperanza no fabrica dos seres humanos, así como así.
No sé si Assange llegará a ser juzgado en los Estados Unidos, pero ésa es la única manera de que sus desgracias lleguen a alguna clase de final. Hasta ahora, sus enemigos han conseguido jorobarle la existencia, pero no del todo, como demuestra el hecho de que haya sido capaz de formar una familia entre un consulado y un presidio. En el ínterin, metió la pata con su apoyo al prusés (a no ser que lo hiciera cobrando) y accedió a la prensa del corazón gracias a su amistad con Pamela Anderson, la neumática ex vigilante de la playa. Tengo la impresión de que los que le adoran y los que lo desprecian no saben muy bien quien es. Yo no tengo ni idea. Y a veces me da la impresión de que hasta el propio Julian Assange se ha acabado haciendo un lío con el personaje al que quería interpretar.