La Agencia Espacial de Cataluña no ha iniciado su andadura con buen pie. Tras los anuncios grandilocuentes del consejero de Políticas Digitales y Administración Pública de la Generalitat, Jordi Puigneró, lo que parecía que iba a ser una especie de NASA catalana --la etiqueta ya no hay quien se la quite-- resultó que apenas tenía por objetivo lanzar un puñado de nanosatélites desde el aeropuerto fantasma de Lleida.
Tal vez la Generalitat --o, por qué no, la propia agencia aeroespacial autonómica-- debería destinar más esfuerzos a otros menesteres, como digitalizar los inabarcables documentos que, según ha admitido la Consejería de Acción Exterior, solo tiene disponible en papel, dificultando el correcto funcionamiento de la administración autonómica. Es lo que tiene empezar la casa por el tejado.