El hombre de confianza de Carles Puigdemont tiene el tuit fácil. Eso es frecuente en el activismo independentista, aunque no debería serlo para quien ostenta un cargo institucional como es la vicepresidencia del Parlament. Pero a Josep Costa nada le importa el respeto a las instituciones, incluidas las que gobierna su propio partido, Junts per Catalunya, como la Diputación de Girona. La regañina recibida por parte de esta corporación supramunicipal es histórica, pues a Costa solo se le ha ocurrido pedir la supresión de las diputaciones, que considera una distribución territorial estatal.
Nada dice del gasto absurdo que suponen, año tras año, los consejos comarcales, entes creados por Jordi Pujol sin competencias apenas, pero que ha supuesto un gran coladero de cargos.