Josep Costa tiene una responsabilidad importante. Es vicepresidente del Parlament. Pero no es consciente de ello, o no quiere serlo. Y actúa con un enorme sectarismo. Sólo le mueve la independencia de Cataluña. Se ha pasado toda la legislatura persiguiendo un objetivo: acabar con Roger Torrent, el presidente del Parlament.
Y en las últimas horas no ha dudado en seguir la consigna de Carles Puigdemont y buscar los máximos apoyos para Junts per Catalunya, aunque provengan del independentismo de ultraderecha. Lejos de asumir su comportamiento, echa las culpas a Esquerra, por tergiversar, a su juicio, todo lo que ha sucedido.