El presidente de Correos adopta la peor posición posible para abordar el conflicto laboral que se ha abierto en el operador público. Negar la mayor nunca es la mejor opción cuando se está ante una pugna con los empleados. Echar directamente un pulso a los representantes de los trabajadores es una mala decisión que lleva de forma inevitable a la crisis que está ahora sobre la mesa: la amenaza de una huelga en el puente de diciembre, un momento en que se acumula el trabajo por las compras de Navidad.