Que Pere Aragonès se empeñe en demostrar, día sí y día también, que no es un traidor a la causa independentista resulta agotador. Ayer, el vicepresidente de la Generalitat utilizó una reunión sobre la gestión de los fondos europeos para luchar contra el Covid para hablar del referéndum y de los "presos y exiliados".

Si el republicano pretende ser una mala copia de Carles Puigdemont, su rival en las urnas, lleva buen camino, pero los votantes preferirán al original. Y si quiere acreditar un buen historial como gestor de la pandemia, va muy perdido.