En busca del Cola Cao perdido
Hace falta ser pobre de espíritu para que te den tres días de permiso en el trullo y decidas pasar uno de ellos con Pilar Rahola. Solo por esa funesta decisión, a Joaquim Forn deberían retirársele los días libres de ahora en adelante. Su coartada no convence: no nos creemos que nadie prepare el Cola Cao como la Rahola, y aunque así fuera, la cosa no justifica una visita a Cadaqués para que la bacallanera se dé pisto a tu costa, Quim, no me seas simplón. Además, te informo de que lo del Cola Cao queda un pelín cutre. Si me dijeras que Pilarín prepara unos dry Martini sensacionales o unos Manhattan que quitan el hipo, la cosa adquiriría un poco más de glamour, pero pegarse semejante excursión para que te den un vaso de leche con Cola Cao... Sí, vale, ha quedado claro que en el talego no hay Cola Cao, pero dudo que eso sea motivo suficiente para llevar al gobierno español al tribunal de derechos humanos de La Haya.
Detecto cierta desesperación en el hecho de dedicar uno de tus escasos días libres a visitar a la Rahola, Quim. Es como si necesitaras que alguien te diga que te portaste muy bien cuando el conato de golpe de estado chapucero de octubre del 17, y para eso, lo reconozco, Pilar es ideal. Como miembro de la trama civil del golpe, Rahola sigue en libertad, disfrutando tranquilamente de sus bien ganadas (por sus sufridos lectores) vacaciones, y tiene Cola Cao para aburrir mientras a ti te lo niegan los españoles. Igual a ella le has explicado por qué volviste a España para acabar entre rejas cuando podrías haberte quedado en Waterloo con Puchi, Comín y Puig i Gordi: donde comen tres, comen cuatro (a Valtònyc, con unas galletas Quely y un poco de sobrasada ya le basta y le sobra, y tampoco hace falta darle pasta de la Caja de Resistencia porque la despilfarra en camisas de Ralph Lauren).
No descarto que, además del Cola Cao, hayas pillado también una paella, que es especialidad en Can Rahola. Seguro que te lo has pasado pipa mientras todos los presentes te hacían la pelota y te aseguraban, aunque tú cada día lo veas menos claro, que la independencia está al caer. Pero tras la paella y tras repetir de Cola Cao hasta encharcarte las tripas, tú te vuelves al trullo y los de la trama civil siguen pegándose la vida padre, encontrando siempre un momento, eso sí, para escribir un artículo con el que seguir envenenando el ambiente desde la seguridad de su segunda residencia. Cual nueva Dama del Ropero, Pilarín ha patentado una versión procesista de la célebre campaña del franquismo Siente un pobre a su mesa. Un pobre tonto, en este caso.