La izquierda de antes
Se nos murió Paco Frutos a los 80 años de cáncer, pero también se podría haber muerto de asco al ver cómo se comportan sus supuestos herederos políticos, esos que se compran casoplones ostentosos y dicen que los golpistas catalanes de octubre del 17 son unos demócratas como la copa de un pino. Paco era un rojo de los de toda la vida y enseguida les vio el plumero a los junqueras y a los puigdemonts, no perdiendo ninguna oportunidad de ponerlos de vuelta y media. Así se convirtió para los merluzos que infestan de un tiempo a esta parte la izquierda española en una especie de facha, insulto que en este país se aplica con una alegría digna de mejor causa, sobre todo cuando te has quedado sin argumentos ante los que te llevan la contraria.
Cuando presentamos en la Blanquerna, en Madrid, el libro de Albert Soler Estàvem cansats de viure be, Frutos se acercó a saludar, como hizo también José Zaragoza y algún que otro político antilazi. El embajador catalán en la capital, Gorka Knörr, se ausentó para ahorrarse unos cuantos sofocos, pues tanto Albert como yo nos pusimos las botas a la hora de ciscarnos en el prusés, pero los presentes se lo pasaron pipa. Hasta Frutos, hombre de natural adusto y con cierta fama de estalinista que nunca supe si se basaba en algo concreto o era pura maledicencia, parecía haberse divertido y, de paso, reafirmado en su teoría de que iba por el buen camino con los burguesitos del lazo amarillo. Cruzamos apenas cuatro palabras, así que no voy a tener el cuajo de decir que llegué a conocer al difunto. Simplemente, me caía bien y me parecía un comunista coherente, aunque reconozco que nunca he soportado a los comunistas: lo único que se me da bien es distinguir a los working class heroes como Frutos de los señoritos de mierda como Rafael Ribó.
Hacía tiempo que Paco no pintaba nada en el comunismo español, sustituido por charlatanes y demagogos del calibre de Pablo Iglesias o Alberto Garzón. Era un personaje de otra época, como lo fue Nicolás Redondo padre en el socialismo y otros de los que no me acuerdo ni yo. Intuyo que la entrada a granel de idiotas y trepas en la izquierda española le amargó sus últimos años de vida, pero también nos los está amargando a mucha más gente, que aún recordamos cuando ser de izquierdas era una garantía de algo. Lo dicho: ¿causa física de la muerte? Cáncer. ¿Causa moral? No descartemos el asco, de verdad.