El conseller de Interior de la Generalitat, Miquel Buch, asume que los okupas son un problema a resolver. De hecho, ya se enfrentó a ellos cuando era alcalde de Premià de Mar (Barcelona). Incluso pidió entonces un cambio en la ley de Vivienda con el objetivo de perseguir las "ocupaciones ilegales por parte de caraduras".
Ahora, unos años después, Buch tiene más responsabilidades: es el consejero de Interior, el departamento del que dependen los Mossos d'Esquadra. Sin embargo, nada ha cambiado en el asunto de los okupas. Reconoce que hay que cambiar la ley, pero se lava las manos y, una vez más, señala a Madrid: "Cambiar la ley depende del Congreso de los Diputados". ¿Acaso no puede influir para que su partido presione desde la misma Cámara baja, como hacen otras formaciones, y se resuelva el problema?