Eloi Badia, concejal de Transición Ecológica y Emergencia Climática, no puede estar satisfecho. Ha visto cómo se embozaba el circuito funerario en Barcelona durante la pandemia. Ello era previsible por el pico de muertes y porque las funerarias avisaron. Sin embargo, la empresa municipal de cementerios, Cementiris de Barcelona, no tomó medidas preventivas, o no las suficientes.
El edil prometió traer un quinto horno crematorio portátil para la ciudad. Ha llegado con 24 días de retraso. Antes, las cremaciones llegaron al límite, la urbe quema cuerpos 24 horas al día y hay lista de espera. Badia fue salvado por Mémora, quien le localizó un incinerador portátil. Ahora, Cementiris se enfrenta a problemas de infraestructura y con el tamaño de los ataúdes.