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Hubiera sido de agradecer que el presidente del Parlament, Roger Torrent, demostrara que la institución que representa apuesta por la transparencia. Impedir que la Oficina Antifraude de Cataluña (OAC) investigara a Rafael Ribó, cuando sus viajes pagados por un empresario implicado en el caso 3% ya eran un secreto a voces, es incomprensible. Sustanciar los hechos en una comparecencia política no es suficiente.