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La presidenta del Puerto de Barcelona, Mercè Conesa, ha aportado datos más rigurosos sobre las emisiones que genera la instalación, dejando el cálculo del ayuntamiento en mal lugar. No obstante, Conesa tiene ante sí la tarea de reducir los gases que emiten los cruceros, un agente contaminante de primer nivel. No vale jugar a desviar la responsabilidad a otras administraciones.