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El director general del Hospital Clínic Barcelona, Josep Maria Campistol, ha desempeñado una excelente labor al situar el complejo médico barcelonés en lo más alto de la clasificación de centros sanitarios nacionales.
Esa reputación tiene un lunar: una polémica política de contratación, cuyo máximo exponente es Camino, la limpiadora que encadenó 242 contratos en ocho años. Tras demostrar fraude de ley en el Tribunal Supremo, el hospital la ha despedido para evitar pagarle el salario adeudado. Es una actuación legal, sí, pero que se aleja de la línea de excelencia de la institución.