Inditex decidió abrir sus puertas y darse a conocer, divulgar la imagen de su fundador y principal accionista, Amancio Ortega, poco antes de salir a cotizar en bolsa. El hermetismo con que había funcionado hasta aquel momento era incompatible con el mercado de capitales al que estaba a punto de apelar para iniciar nuevas aventuras empresariales en el mundo globalizado.
Casi dos décadas después, la multinacional textil sigue atenazada por esa pulsación hacia la opacidad de sus inicios. Inditex necesita más transparencia: no puede negar informaciones fundadas y recabadas por oenegés serias sin refutar los datos con otros datos. Y menos en este momento, donde la responsabilidad social de las empresas empieza a ser tan importante como la calidad de sus productos y el nivel de sus precios.