El presidente del Banco Central Europeo (BCE) ha sorprendido en el tramo final de su mandato con unas medidas mucho más agresivas de lo que esperaban los mercados. Mario Draghi ha reducido el precio del dinero para incitar la inversión y a la vez retoma la compra de deuda pública para evitar el riesgo de otra crisis como la de 2011.
Pero ya no puede hacer más. Las previsiones del BCE para 2019 y 2020 son a la baja, una décima menos este año y dos el próximo. De manera que hace un llamamiento a los Estados miembro de la Unión Europea para que apliquen una política fiscal que estimule la actividad empresarial y haga circular el dinero; o sea, menos impuestos. De esa forma, el escaso margen que le queda en estos momentos a la política monetaria podrá ver multiplicados sus efectos. Pese a que las circunstancias no son las mejores, Draghi marca una dirección valiente que sin duda condicionará, al menos a medio plazo, a su sucesora, Christine Lagarde.