Serunion ha jugado al límite. El gigante de la restauración ha dejado colgado al segundo mayor hospital catalán, el de Bellvitge, tras retirarse del concurso para gestionar la cocina, que ganó con una baja del 25%. Aunque actúa dentro del perímetro de la ley, el gigante de la restauración colectiva dirigido por Antoni Llorens se ha labrado una mala imagen en la sanidad catalana con su jugarreta. Un sector donde, pese a su potencia como conglomerado, se ha pegado un sonoro trompazo ante rivales como Serhs, Clece o Arcasa.