Los funcionarios de los juzgados de Gavà y los ancianos internados en la residencia pública Mossèn Vidal i Aurós de Barcelona están soportando la ola de calor de estos días con los sistemas de aire acondicionado estropeados. En ambos casos, la falta de presupuesto para arreglar las instalaciones hace que empleados y abuelos estén en una situación indigna de un país del primer mundo. El vicepresidente económico de la Generalitat, Pere Aragonès, debería ser consciente de que la austeridad presupuestaria tiene un límite que no se debería sobrepasar.