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Jordi Fernández Martínez puede tener las creencias que quiera, como es lógico y natural en un Estado de derecho. Puede incluso creer que la comunidad LGTBI peca y debe someterse a una "redención sexual" y a la "profilaxis". Pero si lo pregona su iglesia, para la que estudia para pastor, quizá no es el mejor candidato de un partido que aspira a tener representación en el Congreso. En un momento en el que Vox debe mostrar la máxima pulcritud posible, las teorías que defiende su comunidad, las Asambleas de Dios, no ayudan en nada al partido de Santiago Abascal.