El ministro de Asuntos Exteriores hubiera preferido concurrir a las elecciones generales, y por la circunscripción de Barcelona. Es un fajador de largo recorrido que tiene especial habilidad para el cara a cara con los nacionalistas catalanes gracias a su dialéctica y a sus conocimientos de la realidad del país.
Al final, ha aceptado la estrategia electoral del PSOE, que en este momento pasa por evitar el eje identitario en un nuevo intento desplazar de la agenda política española la tensión independentista. Borrell es un hombre de partido, y no es la primera vez que lo demuestra. En su día le echó un pulso al aparato del PSOE y ganó las primarias, aunque finalmente tuvo que tirar la toalla.