El ministro de Asuntos Exteriores sufrió ayer uno de los ataques más violentos que se han visto en el Congreso de los Diputados en las últimas décadas. La reacción de Josep Borrell fue brillante, aunque sin menosprecio de su respuesta hay que subrayar que su adversario es uno de los peores parlamentarios que ha visto la Cámara desde 1977.
La embestida no tenía que ver con su labor al frente del Palacio de Santa Cruz, sino con sus ideas políticas y su firmeza ante el nacionalismo. La violencia del lance solo es comparable al miedo que se le tiene desde el separatismo catalán. No hay que olvidar que Borrell ha desnudado el argumentario económico de los soberanistas y lo ha hecho cara a cara frente a uno de sus principales autores, Oriol Junqueras, el presidente del partido de Rufián.