El Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes (CONCA) es uno de tantos chiringuitos sin casi competencias y de dudosa utilidad que sostiene la Generalitat de Cataluña. Además de su sesgo independentista, el mal rollo entre ERC y JxCat hace imposible la preceptiva renovación de sus miembros. La consejera de Cultura, Laura Borràs, debería centrarse en intentar solucionar este tipo de disfunciones, en vez de dedicar sus energías a promover el procés.