La ley de lenguas que un grupo de intelectuales, entre ellos Mercè Vilarrubias, catedrática de inglés en la Escuela Oficial de Idiomas Barcelona-Drassanes, intentaron sin éxito impulsar durante el Gobierno del PP, es una iniciativa que requiere pedagogía, pero muy necesaria para que todos los españoles consideren como parte de su riqueza cultural el catalán, el gallego y el vasco. Vilarrubias se mira en el modelo canadiense, donde la protección del bilingüismo no fue una concesión a los nacionalistas del Quebec. Ese es el peligro que corre la ley de pluralidad lingüística que promueve el PSOE, que necesita del apoyo de Podemos y los nacionalistas.