Josu Ternera ha intentado capitalizar la última entrega del culebrón con el que ETA ha vestido su desaparición definitiva. Un último acto --esperemos-- que se podría haber ahorrado.

Si las proclamas que hacen los antiguos miembros del grupo terrorista y sus aliados fueran totalmente reales, habrían procurado que su disolución no levantara ampollas entre las víctimas de su barbarie. El teatro y el espectáculo no se avienen con la sinceridad.