El secretario general de UGT tiene una gran responsabilidad en el devenir de la organización catalana de su sindicato, que vive en sus carnes la división que afecta a toda la población catalana. Es uno de los efectos colaterales del procés, pero el hecho de que el cisma alcance a la mayor parte de los ciudadanos no es excusa para que el sindicato baile el agua al independentismo.

La misión de un sindicato no es ésa. Y si el soberanismo quiere crear una organización sindical, que lo haga. El acercamiento de la dirección de UGT al nacionalismo en los últimos años de Jordi Pujol al frente de la Generalitat no hacía presagiar su posición actual, de entrega a movilizaciones de la causa soberanista como la del domingo pasado.