El presidente del Consell de l'Audiovisual de Catalunya (CAC) hace bien en abrir un expediente a TV3 por difundir datos de la vida privada del magistrado Pablo Llarena. Un hecho condenable desde todo punto de vista y que afianza el papel de los medios públicos catalanes como instrumentos del soberanismo, aunque en este caso habría que precisar concretamente de los CDR, que tienen al magistrado como objetivo.
Sería deseable que el CAC fuera tan diligente como en su condena a TVE porque el canal 24 horas dio en directo una rueda de prensa del llamado presidente de Tabarnia sin advertir a los telespectadores que Tabarnia no existe. Estaría bien que la institución, que no tiene competencias fuera de Cataluña, recordara a TV3 que cuando entrevista a Carles Puigdemont debería advertir a sus telespectadores que ya no es presidente de la Generalitat y que la República catalana no existe.