Mercè Conesa encarnó hasta hace poco la imagen de una nueva generación de políticos convergentes que parecía querer desmarcarse de las prácticas corruptas que llevaron al partido a su extinción y refundación. Sin embargo, escándalos como el de Sant Cugat Actiu demuestran las dificultades de los convergentes --llámense como se llamen-- por librarse del gen de las corruptelas. Y es que nada parece haber cambiado cuando una dinamizadora empresarial municipal solo sirve para dinamizar al partido que ocupa la alcaldía desde hace más de 30 años y a sus amiguetes.