El ministro del Interior le ha tomado una afición impropia a las comparecencias públicas en los sucesos más populares. Lo hizo en el caso de Diana Quer y ha repetido ahora con Gabriel Cruz. Es un error, mucho más viniendo como viene de un profesional de la magistratura.

Si alguien tuviera que adquirir protagonismo y capitalizar el dudoso mérito que rodea acontecimientos como éstos, desde luego no es el político de turno, sino los policías que se lo han trabajado.