El Mobile World Congress 2018 deja un sabor agridulce. Por un lado, hay que agradecer la confianza de la organización, dirigida por John Hoffman, en Barcelona a pesar del ruído político. La feria del móvil seguirá en la capital catalana, al menos, un año más. Y, con ella, los millones que arrastra. Pero, por otro lado, mucho tiene que mejorar la edición del 2019 para superar el bache de visitantes de este febrero. El congreso ha perdido frescura y apenas se han producido grandes anuncios. Necesita conectarse.