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El fenómeno Tabarnia ha irrumpido con fuerza en el escenario político y mediático catalán --y, a la vista de la presentación de este lunes en Madrid, también en el español en su conjunto--, y todo apunta a que ha llegado para quedarse. Sus promotores reconocen que se trata de una herramienta que pretende servir de espejo para mostrar al nacionalismo sus desvaríos. Y para llevar a cabo ese ejercicio de fina ironía, no podían haber echado mano de nadie más apropiado que el genial Albert Boadella. Su elección como presidente en el exilio ha sido todo un acierto.