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El abogado defensor de Carles Puigdemont, Jaume Alonso Cuevillas, tiene un papel muy delicado en la crisis política que desató la proclamación de la independencia el 27 de octubre pasado por parte del Parlament. Su cliente le hace partícipe no solo de la defensa, sino de la estrategia --del juego al gato y al ratón-- que desarrolla frente al Estado.
Pocos casos habrá encontrado el exdecano del Colegio de Abogados de Barcelona tan duros como éste, en el que un observador imparcial tiene tan difícil saber hasta dónde llega el letrado y dónde empieza el seguidor.