El alcalde de Terrassa, el socialista Jordi Ballart, está en el centro de la diana del independentismo más intolerante por su negativa a que la ciudad, la tercera más poblada de Cataluña, colabore en la celebración del referéndum ilegal del 1-O.
Él, muy activo en las redes sociales, especialmente en Facebook, donde interactúa directamente con sus vecinos para recibir propuestas o explicar lo que sucede en el municipio, a veces tiene que sufrir la otra cara del anonimato que permiten estas plataformas. El independentismo más radical se ha cebado con él.
En su caso, los intolerantes no solo lo atacan por la ideología, sino por la orientación sexual. Unos insultos que han llegado a su pareja y sus padres. Pero, lejos de amedrentarse, y pese a la dificultad de ser valiente en estos momentos, está dispuesto a defender sus ideas, la ciudad por la que vive y evitar poner en riesgo a sus vecinos con la organización de una consulta que carece de todas las garantías.