El presidente ejecutivo de Acciona heredó la el cargo en la compañía en 2004 y en los 13 años que ha estado al frente de la cotizada ha capitaneado primero su transformación en una compañía global y después una crisis económica sin precedentes ligada a las de las renovables, un sector en el que tenía una exposición importante.
Ha conseguido recuperar los beneficios en los últimos resultados presentados y es uno de los líderes de la empresa familiar, pero su piedra en el zapato son los líos que arrastra en los negocios ligados a la gestión del agua, un sector en el que entró en el momento de paralización más dura en la construcción y el desarrollo de infraestructuras. La mayor de todas ellas es Aigües Ter Llobregat (ATLL), un contrato que llegó a suponer uno de los principales puntales del negocio pero que siempre ha colgado de un hilo.
Cuestionado desde el momento de su firma por el papel que jugó la Generalitat en la concesión, tras cinco años de periplo judicial aún espera la última sentencia del Tribunal Supremo. Debe confirmar o anular de forma definitiva la concesión y sus derivados, muy favorables para la cotizada.