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Carles Romero quiso viajar junto a su hijo de 13 años, que tiene Síndrome de Down y se las vio con la política de asignación de asientos de Vueling.
La aerolínea que preside Javier Sánchez-Prieto no practica la política descarnada de butacas de Ryanair, que separa a familias enteras, pero debiera vigilar estos pequeños episodios.
Son los que marcan la fidelidad del cliente. Clientes como Romero, que finalmente podrá volar junto a su hijo porque se dirigió a la sede de la aerolínea, saltándose los canales habituales de interlocución con el consumidor.