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La gestión integral de un fenómeno como el turismo de masas excede a las competencias y a la capacidad de un ayuntamiento, aunque sea tan importante como el de Barcelona.
Ahora bien, aplicar la normativa con mano dura si hace falta sí está al alcance de la Administración local. Y da la impresión de que los demanes que se viven en algunas partes de la ciudad protagonizados por turistas se lo merecen. El consistorio no puede ser neutral ni permisivo.